El perro de Manolo

A Ysabel Carolina

Toda la universidad, completa, tenía sólo seis salones de clases en un bloque, otros ubicados en espacios externos, y un gran edificio en construcción al que, como estudiantes, nunca vimos terminado. Siempre la llamé “la construcción”, aun cuando, seis años después de graduada, regresé a trabajar y seguí conviviendo en ese edificio gris, a medio terminar.

De la vieja edificación quedaron muchas historias: asaltos con pistola, amores furtivos, violaciones, intentos de suicidio, declaraciones perversas, juramentos de amistad, secretos censurables e historias como ésta.

En aquel entonces, la vida académica se desarrollaba en un espacio más antiguo y pequeño que simulaba una escuela rural, y donde se destacaba –justo en medio de los salones oscuros- un lugar al que tristemente llamábamos “cafetín”. Atendido por Manolo, un hombre no muy mayor y amargado de poco afecto por la limpieza, circulaban alegremente varios perros pulgosos que le hacían compañía.

Lo único que vendía Manolo eran una empanadas de carne grasientas que freían siempre en el mismo aceite y gaseosas de todos los sabores que uno mismo escogía de dos cavas corroídas por el tiempo. Por la tardecita, el olor a aceite quemado que despedía el lugar era insoportable. Los perros daban vueltas alrededor de la cocina mientras se rascaban las pulgas. Manolo leía el periódico en la puerta trasera y se quejaba con los estudiantes por la mala situación en la que vivía. Casi nadie comía ahí, pero a veces, entre el apuro de una clase y otra, no había más remedio.

Una mañana Carolina compró tres empanadas de carne y una frescolita. Salió del mugriento local enrejado, caminó por el pasillo y se sentó en una banca. Puso la botella de gaseosa Frescolita y la bolsita aceitosa a un lado, mientras guardaba algo en su cartera. Audaz y sigiloso como un ladrón, un perro salió del cafetín, caminó por el pasillo, pasó junto a la banca y con su hocico agarró la bolsa de las empanadas y se la llevó. Sin prisa, caminó hacia la construcción y devoró su desayuno, con bolsa y todo. Soportando la burla y el hambre, Carolina se conformó con la Frescolita y su disgusto.


12 comentarios:

Anónimo dijo...

simple pero bien recordado.. un abrazo adri y oremos por carolina, recordemosla con su sonrisa y su sencillez>>>

Milagro Haack dijo...

Se abre un baúl, desde allí el espejo va mostrando esos pequeños detalles que se convierten en tesoros dentro de lo memorial que resucita, para darnos claves del “eterno retorno”. Los signos, la forma de ser precisa en el detalle, son grandes cualidades en la narrativa. Por supuesto, lo auténtico de ese espejo, es el final, justo, compacto y te deja la gran imagen: recorriendo la mano el polvo del despejo.

Justo y muy pictórico, vivencial y el tema, que nos envuelve en las sensaciones vividas, porque te involucras, te incrustas como la misma palabra que voltea el viento, para llevarse ese olor a aceite, y ver al personaje “el perro”, con el mismo hallazgo de quedarse bajo el asombro.

Gracias de nuevo Adriana y vaya que la madrugada es noble como la vida.

Hasta pronto.

Adrimosar dijo...

aún así, la tristeza no pasa

bibliontecario dijo...

Por supuesto que no conocí a Carolina, pero tu historia me hace sentir el pesar de que así como en la crónica, en la vida también, un perro sigiloso e inesperado le haya robado el sustento.

Anónimo dijo...

quisas de repente eran empanadas recicladas y ese era el modus operandi de manolo con su perro entrenado para venderlas una y otra ves

Victoria G. dijo...

Gracias Adriana, que bonitos recuerdos. Un abrazo.

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Anónimo dijo...

Esos tiempos en la construccion donde compartimos y cada dia fuimos contruyendo nuestras vidas, tienen sus recuerdos, Isabel Carolina entre lo gris del entorno siempre nos regalo su sonrisa....un abrazo fuerte Adreana, Ana Isabel.

MARIA ISABEL BRAVO dijo...

Tantos recuerdos vienen a mi mente,fueron muchas cosas las que viví junto a caro, y por siempre recordare esa sonrisa que la caracterizaba, Adri te recuerdas aquel viaje que hicimos a la grita, cuantas experiencias, eso es lo único que nos pertenece lo vivido. Gracias Adri

JACQUELINE FINOL dijo...

WOW...ESTO ES SIN DUDA...UNA CAJA DE RECUERDOS....TANTOS DETALLES ADRIANA ..YO NI ME ACORDABA DE MANOLO....PERO COMO TE DIJE DE ESTA PERDIDA O DE ESTA MALA EXPERIENCIA HAY QUE SACAR ALGO POSITIVO Y ES SIN DUDA LOS DETALLES LOS AMIGOS..Y POR SOBRE TODO EXPRESAR AHORA MISMO LO QUE SENTIMOS POR LA PEROSONA QUE TIENES AL LADO...BIEN SEA AMIGOS, ESPOSO, HIJOS,MADRE O PADRE Y DECIRLES EN ESTE MOMENTO UN TE QUIERO...ESTO ERA SIMPLEMENTE CAROLINA....

rosalinda torres dijo...

Adriana... Entre lagrimas y recuerdos lei tu detallada descripciòn de aquella añorada construcciòn...Tristemente reviviendo en mi memoria la sonrisa y sencillez de carolina,cuantos recuerdos son infinitos, y justo como lo escribio Caro que bueno reencontrarse, y lo que no debemos olvidar es, en que en esos espacios, vivimos nuestros mejores momentos y de alli tambien cultivamos lo grande de la Amistad... Claro que recuerdo a Manolo, a Benito, y hasta el dia que no tuvimos clases por que habia muchas pulgas..y a ti adriana te recuerdo coleccionando periodicos y pensando en ricki martin..hasta la inauguracion en bellas artes de tu revista no me invistaste pero me cole ESTUVO GENIAL jajjaajja feliz de saber que estas bien y orgullosa de leer lo bello que escribes un beso a todos ROSALINDA

Laura dijo...

Un genio el perro. El problema que tenía es que no tiene dónde guardar dinero y, si lo tuviera, tampoco puede pedir empanadas. Por eso opta por la ayuda involuntaria de los humanos. Besos!!!!!

Kervin Bracho dijo...

Hola a todos y todas la verdad creo que quien mas personas vio pasar por las istalaciones de la unica me toco ser, entre esas tantas personas y existian aquellas que de una u otra manera seiempre en el bolsillo tenian una sonrisa para regalar e iluminar el dia mas oscuro una de esas era Carolina, recuerdo perfectamente mi ultima conversacion con ella y hablo de hace mas de 10 años, como tambien recuerdo la ultima vez que la vi bajando de una lancha en el puerto de isla de toas cubriendo un operativo de carnaval, hasta hoy cuando miraba el blog de Adriana no me entere de que Caro ahora estaba en otro plano mayor al nuestro siento mucha tristeza y comprendo a aquellos que compartieron mas tiempo que yo junto a ella, pensemos en su sonrisa pues nunca fue triste y ella nos vera sonreir como lo debe estar haciendo ahora, siempre con cariño se les recuerda mucho.