El diablo volvió
Cuando era
adolescente soñaba que un ángel bajaba del cielo y me besaba con dulzura.
Ahora, después de muchas idas y venidas, sueño que el diablo sube desde el
infierno y me hace el amor. Mis amigas más religiosas y respetables se escandalizan
con esta idea, pero la verdad es que
creo en el diablo. No en ese personaje castigador que vive debajo de la tierra
y quiere cocinarnos en una paila gigante, sino en el ser misterioso y sensual que
ronda mis recuerdos y mis anhelos más atrevidos.
Cuando era
niña y vivía en la casa vieja, algunas noches mis primos y yo veíamos un perro
negro que se paraba en lo alto de un montículo de tierra que había en un
terreno al frente de la casa. Nos asustábamos, claro, pero mayor era el susto
cuando mi abuela decía que ese perro era el diablo, y que, obviamente, vendría a
llevarnos si nos portábamos mal. Esa imagen me acompañó toda la vida.
Ahora lo
veo en muchas partes. Hacía tiempo que no pensaba en él, pero justo en estos
días lo vi representado de manera muy hermosa en una pintura de colores grises,
con ojos grandes y achinados, labios prominentes, y sus respectivos cachos.
Al diablo
lo tengo presente en muchos recuerdos. Lo veo en el moreno con el tatuaje de
dragón en el brazo, en el viajero con piernas de futbolista, en el músico que
no volvió, en el amante del cine que disimula ser normal y en el fotógrafo con
el que sueño.
Este diablo
me persigue y me abandona. Va y viene. Sigiloso, siempre marcando su
territorio. No sé si estuvo rondando por mi casa anoche, pero esta mañana
amanecí con un moretón en mi barbilla. Juro, por mi vida, que dormí sola.
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5 comentarios:
Sí existe, Adri. Yo lo he visto de cerca.
¿Y sabes qué? Gracias a Dios!!!
Perro...!! Adriana, ahora recuerdo que era lo único a lo que se le podía temer, cuando uno recorría de noche cualquiera de los barrios de Caracas hace 30 años. Ahora está en todas las noticias...!!
Siempre he temido a la aparición de cardenales luego de una noche de sueño en mejillas de mujer. Puede ser una de varias cosas: el estallido o iluminación de un cuerpo solitario; una palabra sonámbula intentando dejar una huella en la sombra de tu boca; o una sonrisa engatillada por el paso de un murmullo trasnochado. Y si por algún persistente equívoco fuese el diablo, como dices, -en un intento de marcar lo que él cree su territorio-, el moretón en tu barbilla no sería otra cosa que la milenaria demostración de su torpeza al besar.
Aunque parezca extraño, muchos pensamos en ese tipo de diablo que invade nuestros pensamientos y de vez en cuando nos asusta, en otras disfrutamos de su presencia.
jajajajaja ta muy bueno!!!
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