Charcas y Armenia

Sentada en un café, en Charcas y Armenia, veo pasar los porteños. Algunos con prisa huyen del sol pálido de otoño, otros van con la paciencia que dejan los años. De inmediato comienza a sonar Streets of Philadelphia, de Bruce Springsteen.

I was bruised and battered and I couldnt tell what I felt… y pasa por delante de mí la chica de traje negro con el pelo rojo, parece apurada, a ella sí la esperan. La señora de sobretodo beige atraviesa la calle, parece que viene de misa. No mira a los lados. Quizás aún siente en su paladar la seguridad de la ostia de la comunión. El señor de pelo blanco camina parsimoniosamente, le calculo 70 años, abuelo encantador. Le dobla el paso la treintañera, la rubia despeinada que habla por celular y sonríe. Él la mira, ella no se da cuenta, es más importante la conversación que la mirada de un desconocido. Springsteen parece tararear el coro, y unas muchachas ríen entre ellas con la picardía de quien recuerda sus travesuras, se detienen ante la luz roja del semáforo, esperan que pase el ómnibus, atraviesan y siguen sonriendo.

Black and whispering as the rain… On the streets of Philadelphia… Springsteen canta y  es interrumpido por los gritos de los niños que entran con mamá y papá al café. Vienen por helado. El chiquito de suéter verde habla tan rápido que no puedo entender lo que quiere, la mamá lo regaña, le dice que baje la voz. Apenado, hace caso y vuelvo a sentir la voz ronca y melodiosa de Springsteen sobre mí. La señora ama de casa viene del mercado, dos calles más abajo. Se sienta afuera y pide un café. Se fuma un cigarrillo y observa los mismos rostros caminantes que yo. Ella no escucha la música, yo no aspiro el cigarrillo.


Or will we leave each other alone like this… On the streets of Philadelphia. Se acaba la canción junto a mi contemplación, comienza otra melodía chillona que no logro reconocer. Vuelvo a mi periódico y leo en letras rojas: “Un tornado azotó Cañuelas y San Vicente, hay 80 evacuados. En Capital el impacto fue menor”. Pienso: –Menos mal, de lo contrario nadie hubiese salido a caminar.