Yo también «Nací en verano»

Yo también nací en verano. En un verano eterno, en el Caribe todos los días son verano.

También tengo recuerdos como postales, pequeñas historias que vienen a mi mente como cortos cinematográficos en película súper 8 desgastada y sepia. Un familiar ausente físicamente pero que aún llena cada espacio de la memoria, una hermana que es mi “media naranja”, una calle, una ciudad, un ida y vuelta de eso que una vez fue mi vida. Un mar.

Yo también me fui y volví cada noche en mis sueños. También escribo sobre esos personajes y esas historias, que ya de tan viejas, no sé si son verdaderas o producto de la imaginación que suplanta al recuerdo. Pero no escribo poesía, y eso, más que alejarme, es lo que me acerca a estos pequeños relatos poéticos de Natalia Romero.  En “Nací en verano”, su libro publicado por la editorial Ojo de Mármol, Natalia teje relatos que van formando un cosmos muy personal en el que yo encontré mis propias memorias.

“La abuela el otro día dijo
mientras mi hermana y yo
la mirábamos abrir los ojos
como si estuviera viendo
una virgen llorar,
que los actos escolares
le llenaban el alma.
El pecho de mi abuela se abre
ella tuvo el alma llena como un globo.”

Mi abuela siempre estuvo en mis actos escolares. Recuerdo uno es especial: una celebración del Día de las madres cuando fui solista del coro. Mi abuela me miraba orgullosa, y preocupada porque mi  postura de pies no dañara mis zapatos nuevos. Era costurera. Algunas tardes hacía unos postres deliciosos para acompañar el trabajo de la máquina. Yo la ayudaba y a cambio comía cantidades exageradas de dulce de hicaco con manjar blanco, el mismo que cocino ahora para acompañar mis propios postres.

Leche, maicena, azúcar, canela y clavos de olor se cocinan para lograr ese “manjar” que es típico de mi ciudad y que sirve de base para los dulces de frutas: piña, papaya, melocotón. El olor de los clavitos es el que más me recuerda a las manos de mi abuela.

Ahora vuelvo a encontrarla en estos poemas de esta joven poeta. Dice Osvaldo Bossi en la contratapa del libro que, en Natalia Romero, la realidad es lirismo puro. “Lirismo en estado de incandescencia.” Incandescencia que trae la nostalgia y la alegría, eso que los brasileros llaman saudade y que no puede definirse muy bien, solo se siente.
 
“Me quedo mirando tus ojos
a ver si encuentro ese resplandor
lunar, tuyo.
La noche
anticipa el otoño
y ya no nos importa
si aún es verano.”


.....
Publicado en la columna #Librosycocina, de www.leedor.com.ar